domingo, 1 de mayo de 2011

INSEGURIDAD EN MÉXICO [Eduardo Cruz Espinosa]

LA INSEGURIDAD EN MÉXICO

El objetivo de este trabajo es tratar de comprender la situación por la que estamos pasando, de donde provienen todos los problemas a los que nos enfrentamos cara a cara al salir a la calle y los que nos muestran los medios de comunicación. Pero sin olvidarnos también de lo que se trata de hacer para combatir la inseguridad en nuestro país.

La dolorosa inseguridad que vive el país no admite ser motivo de polémicas ni de regateos. La impunidad existente es inaceptable por su propia esencia y por ser la causa principal del grave problema delictivo; y en este desafío, el voluntarismo no es suficiente.

En su mayoría, los gobiernos acreditan determinación y afanes, pero ello no ha impedido que el problema haya alcanzado niveles reprobables.

Por ello, no debería ser discutible la decisión del presidente Calderón, anunciada desde los inicios de su gobierno, de enfrentar al crimen organizado con toda la fuerza del Estado.


En su mayoría, los gobiernos acreditan determinación y afanes, pero ello no ha impedido que el problema haya alcanzado niveles reprobables.

La realidad trasciende la percepción de la inseguridad. La afectación es directa para muchos e indirecta para casi todos.

En vastas regiones del país, el temor ha orillado a las personas a modificar sus hábitos de vida mientras la delincuencia se agiganta como una amenaza con expresiones territoriales desiguales.

Aunque los severos golpes del crimen suelen ser más evidentes en los estados fronterizos, no hay lugar en el que no se perciba un adverso antes y después.

Hacen bien las autoridades del Estado de México y del Distrito Federal en advertir la amenaza que se cierne ya sobre el centro del país y, principalmente, en prepararse para inhibir las acciones delictivas.

Toda muerte es lamentable, máxime si se trata de inocentes o de miembros de las fuerzas del orden involucradas en el combate al crimen.

 El reciente ataque contra dos agentes norteamericanos en una carretera mexicana, con la muerte de uno de ellos como saldo más grave, mereció, por parte de las autoridades norteamericanas, una reacción justificadamente severa, aunque para algunos que lo examinaron a la luz de la sucesión de muertes que día a día ocurren en el país pareció desproporcionada.

El hecho fue precedido por declaraciones preocupantes emitidas por funcionarios de alto nivel del gobierno de Estados Unidos, entre ellas aquella que puso sobre la mesa la tesis que vincula al crimen organizado con el terrorismo islámico o la que anticipó que la violencia está por llegar a la Unión Americana. El sentimiento de amenaza del pueblo y de las autoridades del vecino país debe ser motivo de alerta para México.

Es comprensible el deseo de las autoridades de evitar que las noticias sobre la inseguridad afecten la economía, la política o la convivencia de los mexicanos., Las diferencias con los gobiernos de EU y de Francia refuerzan la evidencia de que los temas de inseguridad y de calidad de la justicia son fundamentales para la soberanía nacional.
Su acreditación requiere mucho más que respuestas diplomáticas, desplantes retóricos o encuentros protocolarios entre autoridades.

La defensa de la soberanía es una misión que implica dotar al Estado mexicano de eficacia para combatir al crimen en todas sus expresiones; que las policías, fiscales y jueces puedan cumplir su encomienda de abatir la impunidad, y que la justicia sea una realidad cotidiana para todos, en todo lugar.

La voluntad general para abrirle camino a la eficiencia del Estado y de sus instituciones constituye la columna vertebral de la soberanía nacional y seguridad social.
Como es evidente en nuestro país la delincuencia organizada ha llegado a niveles muy altos en los últimos años. Su única explicación es la inmensa corrupción que impera en nuestro país y que ha provocado un grave debilitamiento de las instituciones públicas y su falta de credibilidad y confianza. Esto desde luego es originado por la falta de ética y calidad moral de los funcionarios públicos

Quienes sufren las consecuencias de la corrupción es la clase policía, ya que la sociedad ha mostrado desconfianza hacia los partidos y poco a poco la gente se ha abstenido a ejercer su derecho al voto; rompiendo así con nuestro sistema democrático.

Y Hoy en día nos enfrentamos a un grave problema social,   cuya densidad eran inimaginables, hace solo unos cuatro años uno de ellos, obvio, es el que genéricamente se agrupa bajo el término “inseguridad”, aunque con él, en realidad, designamos varias cosas a la vez, por inseguridad entendemos un clima de falta de garantías y protección que nos sitúa como víctimas propiciatorias de la delincuencia en general.

Pero inseguridad también es la incertidumbre ante el futuro, el temor causado por el desempleo, la exclusión o la marginalidad, la experiencia de la “modernidad”. Vivida como un cambio acelerado sin fines alcanzables, en fin, la deshumanización de la vida cotidiana a que da lugar social, un orden cuya lógica interna tropieza una y otra vez con los valores que en teoría dice sostener y del cual no está exenta la violencia.

En ambos casos perdemos la ciudad, dejamos de ser ciudadanos en el sentido político y moral de la excepción y nos convertimos en rehenes del miedo, en víctimas de la impunidad que mina el ánimo colectivo, la confianza en las leyes y en quienes deberían aplicarla, las imágenes del ejercito, tomando las calle de nuevo Laredo, Ciudad Juárez Chihuahua, Apatzingan, Uruapan, Morelia, ElDistrito Federal, por mencionar algunos estados que actualmente se encuentran situados por la inseguridad y la zozobra del que pasara.

Esta situación conlleva riesgos nada desdeñables para el funcionamiento “normal” de las instituciones, por más que se prometa que “no habrá restricción de las garantías individuales “, como asegura el vocero presidencial. Allí, un caso extremo aunque no excepcional,   la acción militar desplaza así sea temporalmente, a los cuerpos policíacos locales, que se han pasado con todo y armas al enemigo.

        México afronta una severa crisis de seguridad, esto parece ser admitido por todos.
Y es por eso que la inseguridad, la delincuencia y los secuestros han ido en aumento lo que ha provocado una creciente polémica sobre el verdadero nivel del problema.
En conclusión, para combatir la inseguridad en México  se necesita la participación de todos y no solamente de los gobernantes porque es común que las personas se quejen y reclamen sus derechos a estos sin exigirse nada a sí mismos. 

Debemos tomarnos muy en serio este tema desde el seno familiar inculcando valores y difundiendo la honestidad y responsabilidad.
En mi opinión, todas nuestras dificultades sociales, económicas, administrativas, etc.

Disminuirían considerablemente si se mejoraran nuestros niveles de educación y se añadiera educación moral, y no sólo implantando materias para promover el amor patrio, sino también hacia la dignidad de todo ser humano. 

Y para esto se necesitarían profesores preparados que sean capaces de transmitir con su ejemplo y estrategias de aprendizaje el valor, en su nivel . 

Necesitamos que esta país avance, pero no puede solo; cada quien debe poner su granito de arena diariamente, esforzándose por cumplir con sus obligaciones con respeto y calidad, manteniéndose informado para expresar disconformidades y alternativas de solución para éstas, pensando en el bienestar de todos sus compatriotas y no sólo en el suyo, y luchando por superarse cada vez más, estando dentro del marco de la ley.

Alumno: Victor Eduardo Cruz Espinosa 

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