domingo, 20 de febrero de 2011

INSEGURIDAD EN MEXICO

LA INSEGURIDAD EN MEXICO
 
La dolorosa inseguridad que vive el país no admite ser motivo de polémicas ni de regateos. La impunidad existente es inaceptable por su propia esencia y por ser la causa principal del grave problema delictivo; y en este desafío, el voluntarismo no es suficiente.
 En su mayoría, los gobiernos acreditan determinación y afanes, pero ello no ha impedido que el problema haya alcanzado niveles reprobables.
Por ello, no debería ser discutible la decisión del presidente Calderón, anunciada desde los inicios de su gobierno, de enfrentar al crimen organizado con toda la fuerza del Estado.
La dolorosa inseguridad que vive el país no admite ser motivo de polémicas ni de regateos. La impunidad existente es inaceptable por su propia esencia y por ser la causa principal del grave problema delictivo; y en este desafío, el voluntarismo no es suficiente.
En su mayoría, los gobiernos acreditan determinación y afanes, pero ello no ha impedido que el problema haya alcanzado niveles reprobables.
Por ello, no debería ser discutible la decisión del presidente Calderón, anunciada desde los inicios de su gobierno, de enfrentar al crimen organizado con toda la fuerza del Estado.
La realidad trasciende la percepción de la inseguridad. La afectación es directa para muchos e indirecta para casi todos.
En vastas regiones del país, el temor ha orillado a las personas a modificar sus hábitos de vida mientras la delincuencia se agiganta como una amenaza con expresiones territoriales desiguales.
Aunque los severos golpes del crimen suelen ser más evidentes en los estados fronterizos, no hay lugar en el que no se perciba un adverso antes y después.
Hacen bien las autoridades del Estado de México y del Distrito Federal en advertir la amenaza que se cierne ya sobre el centro del país y, principalmente, en prepararse para inhibir las acciones delictivas.
Toda muerte es lamentable, máxime si se trata de inocentes o de miembros de las fuerzas del orden involucradas en el combate al crimen.
 El reciente ataque contra dos agentes norteamericanos en una carretera mexicana, con la muerte de uno de ellos como saldo más grave, mereció, por parte de las autoridades norteamericanas, una reacción justificadamente severa, aunque para algunos que lo examinaron a la luz de la sucesión de muertes que día a día ocurren en el país pareció desproporcionada.


El hecho fue precedido por declaraciones preocupantes emitidas por funcionarios de alto nivel del gobierno de Estados Unidos, entre ellas aquella que puso sobre la mesa la tesis que vincula al crimen organizado con el terrorismo islámico o la que anticipó que la violencia está por llegar a la Unión Americana. El sentimiento de amenaza del pueblo y de las autoridades del vecino país debe ser motivo de alerta para México.
Es comprensible el deseo de las autoridades de evitar que las noticias sobre la inseguridad afecten la economía, la política o la convivencia de los mexicanos., Las diferencias con los gobiernos de EU y de Francia refuerzan la evidencia de que los temas de inseguridad y de calidad de la justicia son fundamentales para la soberanía nacional.
Su acreditación requiere mucho más que respuestas diplomáticas, desplantes retóricos o encuentros protocolarios entre autoridades.
La defensa de la soberanía es una misión que implica dotar al Estado mexicano de eficacia para combatir al crimen en todas sus expresiones; que las policías, fiscales y jueces puedan cumplir su encomienda de abatir la impunidad, y que la justicia sea una realidad cotidiana para todos, en todo lugar.
La voluntad general para abrirle camino a la eficiencia del Estado y de sus instituciones constituye la columna vertebral de la soberanía nacional y seguridad social.





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